lunes, 2 de febrero de 2015

Te doy mi pintalabios si me das esas tijeras. No, esas no, las afiladas.

Cafetería Wednesday, 09:18 am

Siempre vengo aquí a releer los viejos periódicos que el chiflado de James Jamie Jim dejó para mi. A ese tío nadie le quería, apestaba a licores baratos y a colillas mojadas, e igual por esa razón cada mañana me acercaba a la estación a verle. En cierto modo, yo le quería, y él me trataba como a una hija bastarda a la que no le quedaba más remedio que querer, por pesada.
El día en el que encontré esa pila de periódicos colapsando mi portal, supe que no volvería a verle jamás.
Desde entonces, vengo a esta cafetería sin ninguna intención y a la vez con todas. JJ Jim se evaporó un miércoles y, como mi madre siempre ha dicho que soy macabra y debo dejarla bien a cada paso que doy en mi vida, decidí venir a desayunar  a este lugar todos los días de la semana.
Me gusta el café muy dulce, las tortitas de Claire y el sirope de chocolate. Pero lo que más me gusta es recortar frases de los periódicos. Recorto anécdotas que ya nadie recuerda y sonrío al guardármelas en el bolsillo de mi abrigo, orgullosa de tener más recuerdos que todos los que me rodean.
Si acumulo mis recuerdos y los de estas páginas amarillentas, JJ Jim, nunca morirá. Bueno, al menos hasta que yo muera.
Porque estaba convencida que todas las historias que me contaba en aquella estación las sacaba de mi herencia. Él no tenía pasado, ni presente ni futuro, y por eso siempre reía de buena gana. Podía modificar su vida cada día y decidir si mañana sería piloto o panadero. Era todo. No era nada. Estaba sólo, pero sonreía. Y por ese motivo necesito recordarle.
Espero que nunca cierren este café. En parte me he encariñado con estas cuatro paredes. Aquí me siento segura, aún cuando todos me miran con recelo. Así debe sentirse mucha gente, me digo encogiéndome de hombros.
Sólo hablo con la gente que se equivoca al pronunciar mi nombre. Me parece divertido. Puede que mi madre tenga razón, nunca llegaré a nada en la vida. Ah, sí, al manicomio. Supongo que cuando llegue ese día hará una fiesta en casa por el simple hecho de tener razón en sus pronósticos. 
Que le den a las aspiraciones. Yo sólo quiero unas tijeras y chocolate, mucho chocolate. 
Mierda, llego tarde.

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