viernes, 12 de septiembre de 2014

Telón

Cada noche daba el grito de salida para que sus recuerdos le acompañaran. No se sentía arropada por ellos, es más, le ofrecían almohadas heladas y sábanas de cristal. Pero, los necesitaba cerca para que la luna y las estrellas no se burlasen de ella y sus lentos parpadeos. Párpados carceleros de lágrimas criminales.
Enfrentaba un pie con el otro desde su cama a la vez que el telón de sus recuerdos subía.
Reía para que esos momentos del pasado no se aburriesen de ella y decidiesen marcharse para siempre. Conspiraba con los labios de la locura para que lo ilógico diese paso de una vez. Se cruzaba de brazos ante la incorporeidad del silencio y, saltaba en su desgastado colchón hasta que el telón bajaba, recordándola que por mucho que lo intentase, nunca un salto le llevaría hasta esos mechones que no hace mucho le daban los buenos días, iluminados por el primer rayo del sol.
Y cada noche gritaría, sí. Hasta que él apareciese a su lado para taparle la boca con un beso, diciéndole que dejase dormir por esa noche a los actores de la función de sus recuerdos.
El telón no subiría hasta que él marchara.

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