sábado, 19 de febrero de 2022

El humo y la ceniza.

Espirales de recuerdos futuros recreados en el escenario de la mente. Moviendo las piezas y los tiempos a tu antojo, creyendo que todo sucederá como tú quieres que suceda si tan sólo eres capaz de imaginar con fuerza. Sintiendo nostalgia que aún no existe, sabiendo de antemano cómo te sentirás cuando el mañana se convierta en pasado mañana y te veas con el pelo alborotado en la cama y una sonrisa satisfactoria.
Aquí, anclada en el ahora, mis pensamientos no están conmigo. No quieren ver lo que hay y transformo cada sorbo de café en un trampolín hacia esas imágenes perfectas recreadas por mis deseos más profundos.
Y veo una postal inmaculada de esa vida multicolor saludando desde lejos y yo le devuelvo el saludo pidiendo que me espere paciente. Sin ser capaz de comprender lo inverosímil de querer sentir por lo inexistente. De abrazar recuerdos que nunca saldrán del escaparate de mis ojos. Fingiendo sonrisas por el nerviosismo de una canción inerte y un perfume en el aire. 
Doy el último sorbo a mi café y vuelvo a la realidad. Sin futuro ni presente. Sin melodías ni aromas. Sin nostalgia ni ojos cerrados. Tan sólo una última calada enseñándome en lo que se convierte la imaginación con una metáfora. 

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