lunes, 4 de julio de 2022

Escuchar música triste me hace escribir mierdas

Miro a un lado y al otro y sólo veo una masa de pensamientos colectivos borrosos y de pega fácil aplastando las cabezas de la sociedad. La capacidad de razonamiento individual parece haber pasado a un segundo (o último) plano, dejando a las ideas convencionales de moda como directoras de orquesta de nuestras palabras. Reproduciendo ideas ajenas buscando la palmadita en la espalda para poder suspirar de satisfacción. Para poder ser uno más.
Dónde está la capacidad de pensar por uno mismo. Por indagar lo que nuestra mente nos tenga que decir. Por qué todo es blanco o negro. Por qué no somos capaces de retroceder y parar en seco. De pensar. De razonar y entender antes de juzgar, reivindicar u opinar.
Dejarse llevar por la masa colectiva es lo fácil, lo aceptado y aplaudido. Pero de qué sirve ser uno más con los ojos cerrados.
El querer pertenecer a un rebaño silencia la voz interna de cada miembro. Y joder, qué aburrido el mundo cuando de humanos se trata.

miércoles, 29 de junio de 2022

Hermanas

Dos niñas dibujando historias de alienígenas en el portal de casa, observando el cielo estrellado de las noches de verano.
Imaginando cómo sería el universo si pudiese verse desde un tarrito de cristal. Cogiendo estrellas con los dedos y mirándolas con lupa, o naves espaciales sobrevolando por las pestañas.
Leyendo revistas de ciencia y el espacio de papá, con una mezcla de fascinación y miedo.
Contando la una a la otra historias comiendo un helado, buscando cada puntito del cielo moviéndose para correr a por los prismáticos.
Los años pasan. La inocencia e ilusión van quedando atrás por mucho que te esfuerces en no caer en las garras del mundo real. Pero los recuerdos siempre te traen la oportunidad de sonreír como si volvieses a tener 5 años. Y merece la pena pararse a valorar cada instante en el que éso sucede.

lunes, 6 de junio de 2022

Introspección

Qué complicado ser. Pleno y desbordante verbo que engloba todo lo que ves a través del espejo de la mente. Aveces te reconoces sin problema y sonríes incluso, creyendo entender cada conexión que creas en tu universo personal. Otras en cambio, esperas que tras el reflejo se esconda otro más simple y fácil de descifrar. Como si lo sencillo fuese sinónimo de respirar. 
Porque ser y estar vivo son la paralela más íntima que existe. Tocándose ambos conceptos tímidamente de vez en cuando, y abrazándose fuerte cuando dejas de mirar.
El espejo que no necesita ser mirado, es la comprensión más plena de vivir siendo. Siendo tú. Estando vivo. Entendiendo que la meta debe ser un abrazo eterno.

miércoles, 4 de mayo de 2022

No encuentro título para ésto

No siempre se tiene la valentía necesaria para levantar la mirada y caminar entre miedos e incertidumbres. Para apartar o saludar con temple a cada interrogación afilada que vas encontrando por el camino.
Hace algunos años en el metro de Varsovia, repleto de gente andando apresurada de un lado a otro, pude sentir cómo la presión de no querer dar un paso al frente me sostenía con fuerza. Tenía que decir adiós a ese cajón de recuerdos que no quería cerrar. Despedirme de esas tres personas a las que tanto quería y a las que no sabía si volvería a ver.
El tiempo se acababa y tenía que irme. 
Entonces, en medio de un abrazo escuché un 'sé valiente', firme y cálido en mi oído. Alcé la mirada y entre lágrimas les dejé atrás.
En el aeropuerto aún no sabía cómo debía sentirme. Subo a ese avión y el vacío se sienta a mi lado. Cansada llego a Bélgica. Tres horas de escala. Arrastro mi maleta y casi creo que ése es el peso de querer a la gente y decirles adiós.
Cojo otro avión. De vuelta en Escocia.
Es casi media noche, Edimburgo tiene siempre esa luz especial que tantas veces me ha arropado en momentos complicados. Llego a mi hotel agotada, me duermo al instante de tumbarme en la cama.
La luz entrando por mi ventana me dice que hoy no será el típico día nublado escocés. Suspiro hondo, sacándome ése vacío que me había acompañado durante horas de viaje. Sabiendo que por muy apagado que sea el camino, al final lo vivido siempre te servirá de luz para encontrar la manera de crear nuevos recuerdos.
Salgo del hotel, llego a la estación y subo en el tren para volver a Aviemore; para volver a casa.
'Sé valiente' escucho en mi cabeza al llegar, entendiendo que volveré a recordar ese instante cada vez que levantar la mirada cueste de más. 
Hoy necesitaba recordarlo, y he sonreído.

viernes, 15 de abril de 2022

Sara

Las noches de verano en el patio. Mandarnos mensajes desde nuestras camas aún viviendo en el mismo piso. Saber que necesitamos de la otra con un 'despierta?' a cualquier hora de madrugada.
Chocolate y café por la tarde tumbadas en el sofá.
Reír hasta llorar por cualquier cosa y llorar de verdad, por cualquier cosa también.
No tener que decir ni una palabra porque entendemos perfectamente lo que pasa.
Salir por Toledo hasta las tantas y volver a casa sosteniéndonos la una a la otra por el puente Alcántara.
Cervezas en el Aborígen después de trabajar.
Recomponer nuestras vidas con consejos y canciones de Robe.
Carretera de noche a Madrid cuando no encontramos ningún plan en Toledo. Dormir en Leganés tras dar de comer galletas a un gato gordo.
Desayunos y meriendas en Parla. Ferias de Alcalá de Henares. Conciertos en Fuenlabrada. 
Abrazos en Santa Bárbara y borracheras en nuestro bar de confianza. 
Noches en vela por cualquier excusa. 
Películas, series y pijamas molones.
Sacar a pasear a un cerdito por Recas (y que se nos escape y desate el caos en el pueblo).
Apoyo incondicional.
Amor infinito.
La distancia estos años no ha cambiado ni un poquito lo importante que eres para mí.
Más que mi mejor amiga eres mi hermana. Tanto que a veces olvido que no somos de la misma sangre.
Te quiero, Sara.

martes, 12 de abril de 2022

Lluvia y tal

Desistir cuando no te quedan ganas. 
No tener que decir nada a nadie porque todo te lo has dicho a ti mismo.
Haber encontrado la fórmula mágica, o no tan mágica, más bien mundana y hasta algo opaca, de comprender que lo que aveces vemos, no es lo que de verdad ocurre.
Que aveces, vemos colores brillantes hasta en una cartulina negra; porque sí, porque nos hace cosquillas en los ojos la idea de que exista la purpurina. Tanto que la vemos donde sea.
Y de tanto quitarte ese mechón de la cara con media sonrisa, al final te lo quitas de una, te das la vuelta y te enciendes un cigarro para mantener tus labios ocupados. Con la decisión, o convicción, de haberte dado cuenta de lo absurdos que somos todos de vez en cuando. De lo mucho que nos gusta crear infinitos con los dedos, y lo complicado que es superar los atascos de cada una de sus líneas.
Y desistes porque ya no tienes ganas. Y ves la cartulina sin colores brillantes. Y zanjas el meeting que has tenido contigo mismo. Ése debate donde se ha hablado de todo, para no tener que hablar con el mundo.
Te enciendes otro cigarro.
Te das media vuelta.
Y olvidas el sabor que quedaba en tus labios al esbozar media sonrisa. 

lunes, 11 de abril de 2022

El vino me pone intensa

Siempre hay una pequeña disputa entre lo que se dice y lo que se siente. No porque queramos mentir a los demás, sino más bien porque necesitamos un espacio donde cohabiten las dudas. Ése espacio privado del que sólo nosotros mismos podemos hacer uso. Las palabras son el escaparate que mostramos; lo que no decimos la trastienda donde guardamos esos objetos que no queremos sean vendidos.
Porque los sentimientos tienen dos capas.
O tres. O veinte. Las que sean necesarias.
Y no mentimos al mundo al callar, tan sólo cuidamos el poder que todos poseemos de tener una parte de nosotros intacta. 
Incluso las frases que lo dicen todo están llenas de tachones, anotaciones y paréntesis creados por la mente.
Y qué valioso que así sea.
Porque estar vivos consiste en éso.
En tener la capacidad de gritar de júbilo o de tristeza, de amar fuerte y reír llorando, de acariciar, desear, de erizarnos el corazón sin nada que nos lo impida, de ser libres e indomables. Y sobre todo, de tener un espacio para tachar y subrayar las veces que sean necesarias.