Tan sólo sientes, mientras las melodías te mojan el cuerpo dejándote indefenso y empapado en dudas.
Esperas un final, una repetición con ritmo que despeje la incógnita de tu mente. Pero los versos siguen sonando, incompletos, a punto de despegar, pero en tierra firme siempre.
Cómo tú.
Siempre con los pies en el suelo. Sin dejar que una sonrisa se te escape a destiempo, no vaya a ser que el viento te lleve alto; a ese lugar en el que el miedo y la felicidad cohabitan en silencio.
Alomejor se trata de eso. Sin más.
De dar un paso hacia el viento, y dejar que éste te traiga los estribillos y finales que necesitas para entender el por qué de esas canciones.
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