Despues de trabajar amenudo nos gustaba perdernos en algun bar de la ciudad de Toledo a tomarnos una cerveza. Una inocente pinta junto a nuestros secretos mas inconfesables; de esos que callamos en el trabajo, entre miradas de "luego quiero contarte algo".
Sin duda ni ella ni yo pasabamos por un buen momento. Entre trago y trago intentabamos recomponer los trozos rotos de nuestras vidas.
Para la segunda cerveza el puzzle estaba mas incompleto que al principio pero que felicidad mas tonta cuando compartes tus miedos con ella.
Se acercaba la hora de volver a casa, mojadas por un mar de dudas y deseos de cambiar algo en nuestras vidas, sin saber exactamente que, decidimos que la unica solucion para salvar la noche era ir a Madrid. Ambas teniamos grandes planes cuando subimos en el coche, dispuestas al fracaso y al triunfo, a todo y a nada.
Carretera en nuestras narices. Cantando acusticos aleatorios por mensajes de voz. Pletoricas, asustadas, pero jodidamente vivas.
La noche no termino como hubiesemos querido. Dormimos en Madrid entre llantos y risas. Entre nubes y rayos de sol.
Al dia siguiente tomamos un café en un bar de la zona, antes de volver a Toledo.
No aprendi nada de esa noche, y al mismo tiempo aprendi que los impulsos son necesarios, para perder y volver a empezar, o para ganar y buscar nuevas piezas descolocadas.
💙
ResponderEliminar