viernes, 4 de septiembre de 2015

Hay canciones que mueren

Esa melodía sonaba a todas horas al pensar en ti. Era la banda sonora perfecta para nosotros. Quedaba bien cuando llovía, cuando hacía sol, incluso cuando estábamos enfadados. En la angustia y en la adrenalina podíamos sentir los acordes de aquella guitarra. La letra dejó de importarnos, nos la sabíamos de memoria. Hablaba de desamor, pero era tan bonita que supimos leer entre líneas, imaginando un destino diferente para sus protagonistas. 
"No pueden terminar mal, tal vez podamos inventar otro final para ellos, para nosotros" decías, y yo, sonreía a tu lado, feliz de nuestro secreto. 




Cuando comenzó a llover esa mañana, tú no estabas ahí. 
Al día siguiente volvió a llover, seguías sin estar.
Más lluvia, nubes de plástico, parte de un decorado de bajo presupuesto.

Y entonces pasó. Los versos de nuestra canción empezaron a caer con las gotas de lluvia. El asfalto quedó repleto de letras ensangrentadas cubiertas de agua. Charcos de despedida bajo mis botas.
Hay canciones que mueren. Sentimientos que matan. Páginas sin renglones; bolígrafos sin tinta.

Salí a la calle con el primer rayo de sol, dispuesta a recoger los pedazos del desastre. Pero ya no estaban ahí. En mi mente no sonaban acordes de guitarra. 
Me di la vuelta y volví a casa. "No ha muerto, la hemos matado", me dije, mirando los charcos del suelo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario