La noche avanza, nuestros pasos insisten en comenzar una calurosa lucha de poderes. Tu destino vive anclado en la luz del día, el mio se tambalea dentro de un oscuro baúl. Te maldigo por mirar más allá de mis pupilas, pero quiero compañía por esta vez y dejo pasar tu osadía.
Sabemos bien el significado del fin. El dolor de cada una de sus letras. La liberación de la incertidumbre. La angustia del tiempo. Hasta me he permitido crear una moraleja para nosotros, pero es tan ridícula que ni el alcohol logra darme el empujón.
El humo me hace verte borroso, me das un cigarrillo con el objetivo de perderte del todo. Sonrío. Te pierdo. Vuelves. El cigarro aún sigue encendido. El humo no me deja verte, pero veo el contorno de una sonrisa. Vuelvo a sonreír.
Las estrellas poco a poco van largándose a dormir, la luna bosteza sobre nuestras cabezas. Nos miramos.
Cerramos esa botella repleta de recuerdos.
-Mañana será otro día.
-Mañana será otro destino.
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