Te acercas, se acerca, y la risa lejana se transforma en una caricia que sin rozarte te toca el alma.
Unos minutos de silencio llenos de ruido interno, de palabras apelotonadas en el corazón pidiendote salir.
Sonríes y sonríe a modo de entendimiento, y de despedida también, pues despedirse con sonrisas es más fácil que con besos cuando el amor te aprieta por dentro.
Media vuelta y el pelo erizado en los brazos.
Biombos y tickets caducados en el suelo.
Tus ojos balanceados en el pecho, impidiéndome cruzar los brazos.
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