El tiempo, las calles llenas, el individualismo, las ideas poco masticadas, las conversaciones vacías y la obligación de estar presente en el presente equivocado nos consume como sociedad y seguimos avanzando. Porque no hay otra opción.
Y si la hay, tienes que nadar en un mar que no te quiere en él, que te ahoga o te expulsa a la orilla.
La marcha vacía de ocupar los días y desocupar la mente, en un intento desesperado de quitar esos escombros invisibles que son los pensamientos.
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