Dejé atrás a esas tres personas con las que los días bailaban sin tiempos en blanco.
De vuelta en Escocia, cogí un tren a Aviemore; sóla y desconociendo si el vacío del asiento de al lado era una metáfora del vacío en mi corazón.
Llego. Sale el sol y me sorprende. Sonrío por dentro, saco mi maleta y recuerdo la frase de despedida en mi oído, sabiendo que en cada momento complicado vendría a mi mente como una sacudida para dar un paso al frente, pase lo que pase.
Hoy necesitaba recordarlo.
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